Todo en la vida tiene un principio, todo surge por algo y
para algo. Nuestra propia existencia tuvo un comienzo, aunque fuimos olvidando el por qué y el para
qué.
Cierto es que todas nuestras inquietudes tienen un punto de
partida, así como nuestros gustos y temores. Aprendemos a lo largo del tiempo a
acostumbrarnos y a adaptarnos a tal punto, que olvidamos el principio mismo de
las cosas que nos rodean. Y llegando a este punto en dónde sé que no hay
discrepancia con aquel que comprenda esto mencionado anteriormente debo de hacer
una excepción a la regla y decir que no se olvidan aquellas cosas que nos han
marcado a tal punto que nos han hecho reflexionar sobre la vida misma. Esos
sucesos que nos acontecen una vez y por la importancia que poseen nunca más lo
olvidaremos y querremos saber más sobre ello, como una manera de autodefensa en
contra de lo desconocido y lo atemorizante de la situación. Tal vez es por esto
que los traumas que poseemos son todos arrastrados y traídos desde la infancia,
esa etapa en nuestras vidas en dónde aún no podemos comprender nada por
nosotros mismos y cuando algo nos da muchísimo miedo a tal punto de bloquear
nuestros sentidos, se genera una defensa en el organismo la cual dará una señal
de pánico cada vez que una situación similar se repita en el futuro. Por el
contrario ya de adulto cuando algo nos da tanto miedo, nuestro cerebro comienza
rápidamente a buscarle una solución lógica a la situación para así no volver a
sentir miedo cuando algo parecido pase en el futuro.
El principio
Recuerdo de pequeña mirar toda clase de películas de terror,
un género que aún hoy disfruto mucho, aunque ya no me cause la misma impresión
que antes. Ese miedo incontenible de querer ocultarte bajo las sábanas cuando
la música se vuelve inquietante y el pánico que recorre tu cuerpo cuando debes
ir al baño oscuro luego de terminada la película. Esas sensaciones que elijes
vivirlas aunque en el momento quieras que se terminen inmediatamente. Siempre
me gustaron esas películas en dónde lo inexplicable se volvía un arma de
inmenso miedo, espíritus, seres de otra dimensión, extraterrestres, y demás
cosas que atacaban a personas normales que vivían esa situación sin poder
encontrar una razón a lo que estaban viviendo. Nunca pensé que me pasaría a mi
nada de ello, pues lo veía todo como ciencia ficción, algo inventado para las
películas y así atraer a las personas al cine.
Algo sin explicación
Sin embargo a la edad de 13 años tuve mi primera experiencia
paranormal, me encontraba en la casa de mi mejor amiga hablando sobre diversas
cosas las cuales hoy no recuerdo, me había ido a quedar allí pues la madre de
ella salía a bailar y teníamos toda la noche para conversar . Nos encontrábamos
sentadas en camas ubicadas una frente a
la otra del dormitorio. Yo tenía detrás la ventana que daba al jardín por lo que
en dicho momento le estaba dando la espalda y mi amiga con los ojos grandes sin
sacarme la mirada de arriba y sin poder emitir palabra alguna me hace señas y
con un grito agudo me dice que hay algo verde detrás de mí. En ese momento no
pensé en nada concreto sólo vi su cara de pánico y me asusté mucho solo de
verla, así que como si fuera un resorte salté de la cama para ir a dónde estaba
ella y ver de lejos que era eso que tanto miedo le había dado. Pero al bajar de
la cama sentí como algo o alguien tomó fuertemente de mi tobillo derecho haciéndome
tropezar en el camino a la otra cama. El miedo que en ese momento sentíamos las
dos era atroz, la respiración era fuerte y ruidosa, sentíamos la falta de aire
constante y tan sólo nos quedamos juntas tratando de respirar mejor y mirando la habitación entera con los ojos
grandes sin entender que había pasado en ese momento. Yo no podía sacar la
mirada a la cama en la que me encontraba antes, tenía pánico de que alguien, estuviera
allí debajo. No hablábamos solo nos quedamos inmóviles tratando de respirar
mejor a pesar de que era imposible lograrlo. Luego de unos minutos en esa
posición sentimos como la puerta principal de la casa se abre con el ruido a
llaves y los perros corriendo por el comedor, así que instantáneamente corrimos
hacia la puerta del dormitorio pues sabíamos que había llegado su madre y
queríamos contarle lo ocurrido. Ella nos miró y sin que le dijéramos una palabra,
solo con vernos, nos preguntó que nos pasaba y fue con nosotras al dormitorio,
como pudimos entre jadeos, le explicamos que había algo debajo de la cama y
algo fuera de la casa. Ella busco por todo el cuarto sin encontrar nada y salió
rápido al jardín con nosotras pegadas a ella, y tampoco encontramos nada. Además
de lo extraño de dicha situación se suma que antes de lo ocurrido tan solo
había pasado una hora de su partida y era apenas de noche. Pero a su llegada ya
estaba amaneciendo, por lo que toda la noche había transcurrido para nosotras
en menos de una hora. Tan extraña fue esta situación que decidimos no volver a
hablar de ello, pues nadie podía decirnos que había pasado esa extraña noche.
Aunque sin volver a hablar de ello comenzamos a interesarnos
por casos de personas que habían pasado situaciones extrañas, para las cuales
no tenían una explicación lógica. Y cada vez más nos fuimos metiendo en un
mundo extraño y sin sentido racional. Y como dicen las malas lenguas “el que
busca encuentra” nos empezaron a ocurrir hechos muy extraños de los cuales no
teníamos el control, por lo que luego de un tiempo viviendo un verdadero
calvario decidimos no volver a investigar sobre ese oscuro mundo, tratando de
vivir una vida normal y no haciendo caso a las situaciones extrañas a nuestro
alrededor.
El avistamiento
Nuevamente luego de unos años todo volvió a la normalidad,
estudiar, trabajar, vivir en pareja, disfrutar los momentos libres, etc. Como
cualquier persona que necesita descansar de la ciudad, del bullicio y la rutina
nos fuimos a veranear a un balneario muy poco poblado por aquel entonces, Jaureguiberry
hermoso, simple, rodeado de tupidos árboles, y una playa tan hermosa como
vacía. Caminábamos todas las noches a la luz de la luna por los caminos
escasamente iluminados y muchas veces íbamos a la ruta a contemplar la galaxia
entera, pues dicha ruta no tenía luz en todo ese tramo y no había árboles que
taparan la vista al cielo. Una noche entre tantas que fuimos a observar ese
fantástico panorama la luna se asomaba por entre los cerros de Piriapolis y
quedamos inmóviles disfrutando de dicho momento, hasta que algo por el otro
lado del cerro, sobre la ruta a lo lejos, comenzó a asomarse, cada vez eso se
acercaba más y más rápido. Era grande, muy grande de color plateado y brillaba
con el reflejo de la luna. Comenzamos a darnos cuenta que se trataba de un
platillo volador, un O.V.N.I muy parecido a como lo describen aquellos que
dicen haber visto uno de cerca. El pánico nuevamente hacia lo desconocido me hizo erizar la piel y
mis piernas no reaccionaban, me encontraba inmóvil y sólo pude girar mi cabeza
para ver que mi pareja estaba en la misma situación que yo, absorto por lo que
estaba observando, miré hacia la ruta y vi como habían dos autos , uno que se
encontraba en dirección hacia el platillo pero estaba inmóvil y su ocupante, el
conductor miraba detenidamente hacia ese objeto. Luego había otro automóvil que
se encontraba en una de las calles de entrada a la ruta pero que también estaba
allí quieto e inmediatamente comenzó a dar marcha atrás al igual que el auto
que se encontraba sobre la ruta, que giró en U para volver sobre dónde venía.
Le tomé la mano a mi pareja y observé que aquella cosa cada vez era más inmensa
y se acercaba aún más de prisa hacia dónde estábamos nosotros. En el momento en
que tomé su mano juntamos rápidamente nuestras cosas y comenzamos a caminar
velozmente hacia la casa que estábamos alquilando, ahora la calle que hacía un
momento era tranquila y calma tenía un nerviosismo indescriptible, los perros
ladraban y aullaban a la nada, los árboles zumbaban como si hubiera una
tormenta en camino. Todo era hostil y agresivo, llegamos y cerramos la puerta
con la extraña sensación de que no serviría de nada, escuchábamos a los perros
aullar cada vez más alto y en un segundo todo volvió a la normalidad, el silencio
volvió a ser predominante y nada más se escuchó en toda la noche. Algo que
sinceramente nunca pudimos olvidar y lo compartimos con todo aquel que dice no
creer en extraterrestres.
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