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jueves, 5 de marzo de 2015

Algo para contar..



Todo en la vida tiene un principio, todo surge por algo y para algo. Nuestra propia existencia tuvo un comienzo,  aunque fuimos olvidando el por qué y el para qué.
Cierto es que todas nuestras inquietudes tienen un punto de partida, así como nuestros gustos y temores. Aprendemos a lo largo del tiempo a acostumbrarnos y a adaptarnos a tal punto, que olvidamos el principio mismo de las cosas que nos rodean. Y llegando a este punto en dónde sé que no hay discrepancia con aquel que comprenda esto mencionado anteriormente debo de hacer una excepción a la regla y decir que no se olvidan aquellas cosas que nos han marcado a tal punto que nos han hecho reflexionar sobre la vida misma. Esos sucesos que nos acontecen una vez y por la importancia que poseen nunca más lo olvidaremos y querremos saber más sobre ello, como una manera de autodefensa en contra de lo desconocido y lo atemorizante de la situación. Tal vez es por esto que los traumas que poseemos son todos arrastrados y traídos desde la infancia, esa etapa en nuestras vidas en dónde aún no podemos comprender nada por nosotros mismos y cuando algo nos da muchísimo miedo a tal punto de bloquear nuestros sentidos, se genera una defensa en el organismo la cual dará una señal de pánico cada vez que una situación similar se repita en el futuro. Por el contrario ya de adulto cuando algo nos da tanto miedo, nuestro cerebro comienza rápidamente a buscarle una solución lógica a la situación para así no volver a sentir miedo cuando algo parecido pase en el futuro.  


El principio

Recuerdo de pequeña mirar toda clase de películas de terror, un género que aún hoy disfruto mucho, aunque ya no me cause la misma impresión que antes. Ese miedo incontenible de querer ocultarte bajo las sábanas cuando la música se vuelve inquietante y el pánico que recorre tu cuerpo cuando debes ir al baño oscuro luego de terminada la película. Esas sensaciones que elijes vivirlas aunque en el momento quieras que se terminen inmediatamente. Siempre me gustaron esas películas en dónde lo inexplicable se volvía un arma de inmenso miedo, espíritus, seres de otra dimensión, extraterrestres, y demás cosas que atacaban a personas normales que vivían esa situación sin poder encontrar una razón a lo que estaban viviendo. Nunca pensé que me pasaría a mi nada de ello, pues lo veía todo como ciencia ficción, algo inventado para las películas y así atraer a las personas al cine.

Algo sin explicación

Sin embargo a la edad de 13 años tuve mi primera experiencia paranormal, me encontraba en la casa de mi mejor amiga hablando sobre diversas cosas las cuales hoy no recuerdo, me había ido a quedar allí pues la madre de ella salía a bailar y teníamos toda la noche para conversar . Nos encontrábamos sentadas en camas ubicadas  una frente a la otra del dormitorio. Yo tenía detrás la ventana que daba al jardín por lo que en dicho momento le estaba dando la espalda y mi amiga con los ojos grandes sin sacarme la mirada de arriba y sin poder emitir palabra alguna me hace señas y con un grito agudo me dice que hay algo verde detrás de mí. En ese momento no pensé en nada concreto sólo vi su cara de pánico y me asusté mucho solo de verla, así que como si fuera un resorte salté de la cama para ir a dónde estaba ella y ver de lejos que era eso que tanto miedo le había dado. Pero al bajar de la cama sentí como algo o alguien tomó fuertemente de mi tobillo derecho haciéndome tropezar en el camino a la otra cama. El miedo que en ese momento sentíamos las dos era atroz, la respiración era fuerte y ruidosa, sentíamos la falta de aire constante y tan sólo nos quedamos juntas tratando de respirar mejor  y mirando la habitación entera con los ojos grandes sin entender que había pasado en ese momento. Yo no podía sacar la mirada a la cama en la que me encontraba antes, tenía pánico de que alguien, estuviera allí debajo. No hablábamos solo nos quedamos inmóviles tratando de respirar mejor a pesar de que era imposible lograrlo. Luego de unos minutos en esa posición sentimos como la puerta principal de la casa se abre con el ruido a llaves y los perros corriendo por el comedor, así que instantáneamente corrimos hacia la puerta del dormitorio pues sabíamos que había llegado su madre y queríamos contarle lo ocurrido. Ella nos miró y sin que le dijéramos una palabra, solo con vernos, nos preguntó que nos pasaba y fue con nosotras al dormitorio, como pudimos entre jadeos, le explicamos que había algo debajo de la cama y algo fuera de la casa. Ella busco por todo el cuarto sin encontrar nada y salió rápido al jardín con nosotras pegadas a ella, y tampoco encontramos nada. Además de lo extraño de dicha situación se suma que antes de lo ocurrido tan solo había pasado una hora de su partida y era apenas de noche. Pero a su llegada ya estaba amaneciendo, por lo que toda la noche había transcurrido para nosotras en menos de una hora. Tan extraña fue esta situación que decidimos no volver a hablar de ello, pues nadie podía decirnos que había pasado esa extraña noche.
Aunque sin volver a hablar de ello comenzamos a interesarnos por casos de personas que habían pasado situaciones extrañas, para las cuales no tenían una explicación lógica. Y cada vez más nos fuimos metiendo en un mundo extraño y sin sentido racional. Y como dicen las malas lenguas “el que busca encuentra” nos empezaron a ocurrir hechos muy extraños de los cuales no teníamos el control, por lo que luego de un tiempo viviendo un verdadero calvario decidimos no volver a investigar sobre ese oscuro mundo, tratando de vivir una vida normal y no haciendo caso a las situaciones extrañas a nuestro alrededor.



El avistamiento

Nuevamente luego de unos años todo volvió a la normalidad, estudiar, trabajar, vivir en pareja, disfrutar los momentos libres, etc. Como cualquier persona que necesita descansar de la ciudad, del bullicio y la rutina nos fuimos a veranear a un balneario muy poco poblado por aquel entonces, Jaureguiberry hermoso, simple, rodeado de tupidos árboles, y una playa tan hermosa como vacía. Caminábamos todas las noches a la luz de la luna por los caminos escasamente iluminados y muchas veces íbamos a la ruta a contemplar la galaxia entera, pues dicha ruta no tenía luz en todo ese tramo y no había árboles que taparan la vista al cielo. Una noche entre tantas que fuimos a observar ese fantástico panorama la luna se asomaba por entre los cerros de Piriapolis y quedamos inmóviles disfrutando de dicho momento, hasta que algo por el otro lado del cerro, sobre la ruta a lo lejos, comenzó a asomarse, cada vez eso se acercaba más y más rápido. Era grande, muy grande de color plateado y brillaba con el reflejo de la luna. Comenzamos a darnos cuenta que se trataba de un platillo volador, un O.V.N.I muy parecido a como lo describen aquellos que dicen haber visto uno de cerca. El pánico nuevamente  hacia lo desconocido me hizo erizar la piel y mis piernas no reaccionaban, me encontraba inmóvil y sólo pude girar mi cabeza para ver que mi pareja estaba en la misma situación que yo, absorto por lo que estaba observando, miré hacia la ruta y vi como habían dos autos , uno que se encontraba en dirección hacia el platillo pero estaba inmóvil y su ocupante, el conductor miraba detenidamente hacia ese objeto. Luego había otro automóvil que se encontraba en una de las calles de entrada a la ruta pero que también estaba allí quieto e inmediatamente comenzó a dar marcha atrás al igual que el auto que se encontraba sobre la ruta, que giró en U para volver sobre dónde venía. Le tomé la mano a mi pareja y observé que aquella cosa cada vez era más inmensa y se acercaba aún más de prisa hacia dónde estábamos nosotros. En el momento en que tomé su mano juntamos rápidamente nuestras cosas y comenzamos a caminar velozmente hacia la casa que estábamos alquilando, ahora la calle que hacía un momento era tranquila y calma tenía un nerviosismo indescriptible, los perros ladraban y aullaban a la nada, los árboles zumbaban como si hubiera una tormenta en camino. Todo era hostil y agresivo, llegamos y cerramos la puerta con la extraña sensación de que no serviría de nada, escuchábamos a los perros aullar cada vez más alto y en un segundo todo volvió a la normalidad, el silencio volvió a ser predominante y nada más se escuchó en toda la noche. Algo que sinceramente nunca pudimos olvidar y lo compartimos con todo aquel que dice no creer en extraterrestres.                  
       


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